Es la segunda adaptación cinematográfica más inteligente del año 2012 según mis gustos –el primer lugar corresponde a “Zero Dark Thirty”- y es que, si bien la película está dirigida por una de las leyendas de Hollywood, todo el peso argumental, el exquisito silogismo, el trasfondo de la síntesis recae sobre los hombros de Tony Kushner.
Leyendo un artículo impreso de un número de enero en “The Hollywood Report” y otro en “Vanity Fair” descubrí que Spielberg obligó a su equipo de producción a tomar clases intensivas de historia americana, concretamente del periodo comprendido entre los años 1850 y 1870 –final de la Guerra Civil- durante algo más de 3 meses para que todos entendieran y comprendiesen la magnitud y humanidad del proyecto que intentaba rodar. Por ejemplo, Joanna Johnston la diseñadora del vestuario se sometió a tres semanas de documentación bajo la tutoría de la biógrafa Catherine Clinton, autora del libro “Mrs. Lincoln” que describe con una profundidad impresionante aspectos de la vida de la ex primera dama de Estados Unidos. Como si fuera poco, Spielberg también le ordenó encerrarse durante varios días en los interminables pasillos de la Biblioteca del Congreso y el prestigioso Instituto Smithsonian para acrecentar la credibilidad, fidelidad de su trabajo.
Los caprichos de Spielberg llegaron hasta el extremo de pedirle a su equipo de sonidistas que grabaran el sonido nocturno de los Halls del Capitolio Nacional, a realizar una completa expedición auditiva por museos y otros lugares relacionados directamente con la vida del ex presidente como la Sociedad Histórica de Kentucky, que conserva el reloj de bolsillo del mandatario, hasta llegar a grabar el tic-tac de la campana de la Iglesia Episcopal de San Juan en Washington, una de las dos que sobreviven en la ciudad desde el tiempo en el cual Lincoln las escuchaba fácilmente estando en la mansión presidencial de entonces. También acudieron al Museo Studebaker de South Bend (Indiana), en donde les permitieron grabar el sonido del abrir y cerrar puertas del carruaje auténtico que usó el presidente.
Pero si de obligaciones laborales hablamos que mejor evidencia que la que nos muestra Daniel Day-Lewis y su meticulosa construcción del papel del ex mandatario estadounidense. Hay que joderse bien el cuero para aprender a caminar, sentarse, proyectar la mirada, encorvarse, encerrase 5 meses en una habitación leyendo 25 biografías de igual número de escritores, inclusive controlar el aire expulsado del diafragma para darle crédito a una caracterización bastante distante de la sobreactuación. Merecido su premio Oscar.
Spielberg volvió a reunirse una vez más con su habitual equipo de creativos como el compositor John Williams, el editor Michael Kahn y el cinematógrafo Janusz Kaminski.
Gracias Maestro por esta joya de la cinematografía contemporánea.
